La crisis entre México y Ecuador ha tenido numerosas implicaciones al más alto nivel. El asalto a la Embajada mexicana en Quito, la encarcelación del exvicepresidente Jorge Glas, la ruptura de relaciones diplomáticas entre ambos países, la condena internacional al ataque del país sudamericano. En Ciudad de México, el lío diplomático se ha trasladado a la mente de los migrantes y residentes ecuatorianos. Un temor que no se demuestra en las calles, como probó la manifestación pacífica convocada el sábado de la semana pasada frente al consulado de Ecuador en México.
Carol Muñoz tiene su corazón entre la ciudad costeña de Manta, de donde procede parte de su familia, y Quito, donde vivía hace nueve meses. Se planteó salir de Ecuador para tener una oportunidad tras las revueltas de 2019 contra el entonces presidente Lenin Moreno. “Hubo a gran escala tal nivel de violencia, militares secuestrados a cinco minutos de mi casa. Me acuerdo de decirle a mi hermano ‘agarra un fierro, yo un bate, que nadie entre a casa”, recuerda la mujer de 35 años. La crisis de violencia, que se ha acrecentado en los últimos años, llevó a una crisis económica y laboral.
La ecuatoriana se acordó de aquel Vive Latino de 2018 en Ciudad de México, en el que trabajó para manejar las redes sociales del grupo de música fusión ecuatoriana Swing Original Monks. Le encantó la gran urbe. En 2020 se inscribió para estudiar en Monterrey, al norte del país, pero la pandemia frustró sus opciones de llegar a México. “Mi hermana, que había migrado a Canadá, me dijo: ‘Ándate, eres una gran profesional”, explica. En julio de 2023 consiguió entrar en una maestría de negocios creativos y digitales en la capital. Recuerda cómo fueron los trámites migratorios en Quito: “La Embajada de México en Ecuador ha sido muy abierta. Lo malo es que tenía un acceso muy limitante, te abrían las citas para tres meses”.
Esa sede diplomática ahora se encuentra vacía por orden del Gobierno de Andrés Manuel López Obrador. La razón es que el pasado 5 de abril la Administración de Daniel Noboa mandó a policías a asaltar la Embajada para detener al exvicepresidente de Ecuador Jorge Glas, que llevaba refugiado en la sede mexicana desde diciembre. El mismo día de su captura había pedido un salvoconducto para salir hacia México, que le había otorgado asilo. Muñoz tiene claro que no está a favor de la forma en la que Ecuador entró en el edificio. “Pones en tela de juicio la seguridad para otros países que tengan Embajada en Ecuador”, denuncia.
Sobre Glas, que fue mano derecha de los presidentes Rafael Correa y Lenin Moreno, pesan dos condenas por corrupción en su país. A la mujer ecuatoriana también le dolieron las declaraciones de López Obrador en una mañanera en la que vinculó el ascenso de Noboa en las pasadas elecciones de Ecuador al asesinato del candidato de centroderecha Fernando Villavicencio. “Es un tema muy delicado porque estás hablando del asesinato de un ser humano al que yo le tenía muchísimo respeto, muchísimo cariño. Y trató de deslegitimizar las elecciones de Ecuador y el triunfo de Noboa”, replica la mujer.
La crisis escaló hasta una ruptura diplomática sin precedentes entre México y Ecuador. Muñoz, que maneja las redes sociales de la universidad en la que estudia, vio un odio desmedido en internet. “Por primera vez me sentí vulnerable aquí en México. Encontré algunos grupos que querían literalmente linchar a los ecuatorianos y sacarnos”, denuncia Muñoz. De hecho, de sus cuentas retiró la descripción “quiteña y patasalada”, como llaman a la gente de Manta.
Un odio en redes que no se ha replicado en la calle. Muñoz acudió a cubrir para un medio ecuatoriano la manifestación frente a su Embajada en Ciudad de México con miedo, pero lo que encontró fue una protesta pacífica. “Los Gobiernos son los que están generando inconvenientes”, explica. En 2020 en México vivían 3.995 ecuatorianos, según los últimos datos disponibles sobre la población extranjera del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).
Los migrantes y los papeles
El miedo de Muñoz, que tiene su residencia en regla, se multiplica en los migrantes, esos que acuden cada día a instituciones mexicanas para intentar regularizar su situación en el país. Ermel Corona, de 48 años, salió en enero de la ciudad costera de Huaquillas, al sur de Ecuador, harto de que lo extorsionaran y le quitaran 80 dólares a la semana. “Quiero quedarme aquí hasta que mi país se solucione”, explica el hombre a las afueras del Instituto Nacional de Migración de Polanco, uno de los barrios más exclusivos de Ciudad de México.
Lleva ya cuatro meses en la capital y se ha sentido muy acogido, pero desde la crisis diplomática entre su país y México ha sentido miedo. “Se pone un poquito más tenso con la migración. Uno tiene un temor a que le rechacen los papeles”, explica el hombre. También le preocupa tener cualquier problema que arreglar en su país y no poder hacerlo. “Las preocupaciones que tenemos los civiles porque legalmente es que no tenemos idea de quién nos respalda en caso de que haya algún problema serio. ¿A quién acudimos?”, clama Corona. Sin embargo, la Embajada ecuatoriana en la capital mexicana, que se encuentra sin representación desde septiembre de 2023, ha lanzado un comunicado en el que afirma que continuará dando atención consular a sus compatriotas.
La crisis de violencia que ha sufrido Ecuador se ha notado en territorio mexicano. En 2023 fueron detenidos por agentes del Instituto Nacional de Migración (INM) 70.790 migrantes ecuatorianos, la cuarta nacionalidad con más arrestos tras la venezolana, la guatemalteca y la hondureña. También son los cuartos que más reciben los visados por razones humanitarias, tras Honduras, Cuba y Haití.
Más allá de la crisis diplomática, los migrantes ecuatorianos ya sufrían un duro embate por parte de los grupos criminales. William Murillo, abogado de la asociación 1800 Migrante, que radica en Nueva York y denuncia los abusos contra migrantes ecuatorianos en México, explica que los delincuentes ven a esta nacionalidad con otros ojos. “Los ecuatorianos tiene un precio más alto que otros migrantes. El poder adquisitivo que tiene Ecuador con los dólares [moneda oficial en ese país desde el año 2000] les da una falsa idea de que los migrantes tienen dinero o tienen familiares en Estados Unidos con los recursos”, explica el abogado. Murillo denuncia que la migración ecuatoriana “es un negocio que genera muchísimo dinero”.
Respecto a la crisis entre los dos países, Murillo temió en un principio que la ruptura de relaciones tuviera repercusión. “Estuvimos preocupados porque no hubo un pronunciamiento público por parte de las autoridades ecuatorianas”, explica. Le tranquilizó el comunicado que lanzó la Embajada ecuatoriana en México. Respecto al miedo de sus compatriotas, cree que “es infundado”. “La gente en México es muy agradable, mucha gente ayuda a los migrantes”, aclara. Lo mismo piensa el migrante Ermel Corona: “En TikTok veo a gente del mismo México que habla muy bien de Ecuador”. Y también Carol Muñoz: “México es mi casa. Disfruto del organillero en la calle, de lo colorida que es la ciudad, de los atardeceres. Mi mayor crecimiento a nivel personal ha sido en estos nueve meses”.
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