Gustavo Petro ha puesto en cuestión este lunes el proceso electoral venezolano al completo. El presidente de Colombia ha calificado de “golpe antidemocrático” la inhabilitación de María Corina Machado, la opositora con mayor caudal político a la que la justicia controlada por el chavismo le ha impedido ser candidata a las elecciones presidenciales que se celebrarán el 28 de julio. Machado puntúa en las encuestas por encima de Nicolás Maduro, por lo que se había convertido en un verdadero dolor de cabeza para el oficialismo. Su veto ha provocado un rechazo casi unánime de la comunidad internacional, cada vez más desconfiada de que en Venezuela puedan celebrarse unos comicios libres y competitivos.
La respuesta del chavismo será furibunda, a buen seguro. Hace seis días, la Cancillería colombiana emitió un comunicado escrito con guante diplomático en el que mostraba su “preocupación por los recientes acontecimientos acaecidos”, en referencia a la inhabilitación de Machado y a las trabas que se le pusieron a la sucesora que ella designó, Corina Yoris. Sobre Yoris no pesaba ningún impedimento, pero el sistema informático del Consejo Nacional Electoral (CNE) no le permitió la inscripción. La respuesta del Gobierno de Maduro no se hizo esperar a ese ataque que consideró una deshonra. El canciller Yván Gil echó mano del clásico repertorio chavista para las descalificaciones: “Empujada por la necesidad de complacer los designios del Departamento de Estado de los EEUU, la Cancillería colombiana da un paso en falso y comete un acto de grosera injerencia en asuntos que solo le competen a los venezolanos”. Ahora que Petro ha elevado el tono, el núcleo duro que rodea a Maduro no va a dejar pasar una ofensa de este calibre, en boca de la máxima autoridad colombiana.
Petro fue destituido en 2013 como alcalde de Bogotá e inhabilitado por 15 años por un asunto relacionado con las basuras -más tarde la justicia le daría a él la razón-. Si esa pena hubiera sido efectiva nunca hubiera llegado a ser presidente. Desde entonces se opone de manera frontal a que los procesos administrativos puedan vetar a políticos elegidos por la gente. El caso de Machado no podía ser una excepción, por más que quiera mantener una buena relación con Maduro por la razón obvia de que son países vecinos con muchos intereses en común. “La necesidad de preservar el derecho político, a elegir, ser elegido, a participar en igualdad de condiciones en el Estado, no solamente es un derecho político individual (…). Es un derecho de la sociedad, fundamental”, dijo en el acto de posesión de Gloria María Gómez Montoya como magistrada del Consejo de Estado colombiano.
“Hoy está esta discusión muy bien argumentada en los hechos de Venezuela. A la señora María Corina y a otros previamente se les inhabilitó para participar de campañas electorales por autoridades administrativas. ¿Problema? En Colombia pasa lo mismo. Aquí como en una especie de doble moral atacamos lo que hacen allá, porque indudablemente es un golpe antidemocrático, pero ocultamos que aquí también se hace”, añadió. El presidente hace referencia, por ejemplo, al hecho de que su canciller haya sido suspendido durante tres meses por un problema con la licitación de los pasaportes y que en su lugar haya tenido que nombrar a otra persona temporalmente. Sin embargo, ese mea culpa al interior va a quedar totalmente eclipsado por su defensa de María Corina Machado, la enemiga número uno del chavismo.
Petro restableció al poco tiempo de llegar al poder las relaciones diplomáticas con Venezuela, que se habían roto durante la etapa de su predecesor, el derechista Iván Duque. El presidente entendía que era un sinsentido que dos países tan hermanados, independientemente de sus situaciones políticas particulares, vivieran uno a espaldas del otro. Los críticos de Petro aseguraban que no se acercaba a Maduro por vínculos regionales, sino por tratarse él mismo de un chavista encubierto. En efecto, Petro tuvo relación con Hugo Chávez en su día, pero no le profesa la misma admiración ni respeto a Maduro. Si algo tenía en mente el presidente colombiano era en convencer al chavismo de llevar a cabo un proceso de transición democrática con motivo de estas elecciones presidenciales. Petro llegó a mediar entre Maduro y la Casa Blanca, estaba convencido de que se estaban dando pasos en esa dirección. Sin embargo, la cerrazón del chavismo con María Corina Machado le ha despertado de ese ensueño. No le ha quedado otra que ser claro y directo en público. Ahora solo queda esperar la respuesta del Gobierno venezolano, que no será precisamente de seda.
Siga toda la información de El PAÍS América en Facebook y X, o en nuestra newsletter semanal.